Cáncer y Cannabis.
Todas las células de nuestro organismo se multiplican en función de la información que contiene su código genético. Siguiendo esas instrucciones que se expresan en los genes, se pueden dividir dando lugar a células sanas y funcionales en cada uno de los diferentes tejidos de nuestro organismo.
Pero, ¿qué ocurre cuando la información genética se altera por alguna circunstancia? Que la célula resultante es anómala, y no se parece a las células normales de ese tejido; además, crece mucho más rápido, no sólo ella sino también todas las células que provienen de ella. Se ha producido una mutación en esa célula o células. Una alteración en su genoma. Un cambio en la información genética, que generará células anómalas que se irán multiplicando en función de esa información errónea. Hay que resaltar que generalmente una sola mutación no da lugar a una célula cancerosa, se debe producir más de una mutación para que se produzca la célula neoplásica que genere una estirpe errónea.
En cualquier caso, se habrá formado un tumor, que, tras ser estudiado mediante diferentes técnicas como TAC (tomografíaa axial computerizada), RMN (resonancia magnética nuclear), biopsia y análisis citológico, será catalogado como benigno o maligno. Los tumores malignos suelen ser de crecimiento rápido, y cuanto más rápido, peor pronóstico en general. También hay otro criterio para su clasificación, que es la especificidad de sus células. Cuanto más primitivas (menos diferenciadas) sean las células cancerosas, es decir, cuanto menos se parezcan a las células normales del tejido del que provienen, peor pronóstico en cuanto a malignidad. Así, los cánceres que aparecen en personas jóvenes suelen ser más agresivos en general que los que aparecen en personas de edad más avanzada.
¿Cómo se puede producir un cambio en la información genética de una célula?
Ello puede suceder por diferentes factores; podemos inducir mutaciones por ejemplo por agentes físicos, como la exposición a radiaciones ionizantes o isótopos radioactivos, agentes químicos, como los derivados de la combustión de un cigarrillo, o virus que ocasionan al infectar células de nuestro organismo una alteración en el ADN cromosómico que da lugar a células tumorales. Las células derivadas de la célula madre cancerosa se multiplican con información errónea, producto de las mutaciones genéticas. En condiciones normales, una célula que sufre daño irreparable autoinduce su suicidio, lo cual se denomina apoptosis o muerte celular programada. Este mecanismo consigue que las células que no son útiles o son dañinas para nuestro organismo mueran de manera inducida.
Probablemente, a día de hoy, el cáncer es la causa más frecuente de muerte en los países industrializados. Sin embargo, también hay lugar para la esperanza. Por un lado, es incuestionable que se diagnostican cada vez con más precocidad y precisión, por lo que las estadísticas aumentan en casuística. Por otro, aunque todavía los tratamientos con quimioterápicos o radioterapia son sin duda muy tóxicos y agresivos para el paciente, dados los avances en marcadores tumorales cada vez los tratamientos son mas específicos y selectivos en cuanto a dianas celulares se refiere, que, en definitiva, consisten en eliminar selectivamente las células cancerosas sin afectar a otras células sanas de nuestro organismo. Pero evidentemente el tratamiento del cáncer en sus diversas formas sigue siendo un reto actualmente.
¿Pueden ser los cannabinoides efectivos frente a algún tipo de cáncer?
Sabemos que hay cannabinoides con propiedades antineoplásicas o antiproliferativas. También conocemos incluso algunos de los mecanismos de acción a nivel molecular, lo que facilita el poder predecir cómo actúan y sus efectos terapéuticos, con relación a los posibles efectos secundarios que, como sabemos, tienen la mayoría de medicamentos, incluidos por supuesto los quimioterápicos, siendo en este caso uno de los tratamientos más tóxicos a los que hay que someterse para tratar la enfermedad oncológica.
Los cannabinoides inhiben la formación de nuevos vasos en el tumor, lo que determina que al no recibir la sangre suficiente para crecer, se inhibe su crecimiento. Este fenómeno se denomina inhibición de la angiogénesis. Los cannabinoides, así mismo, inducen la apoptosis o suicidio celular de las células tumorales, respetando la viabilidad de las células sanas. Hay diferentes estudios que así lo demuestran. Esta especificidad de acción, solo a nivel de las células cancerosas, es la que se busca con los quimioterápicos: que solo hagan diana en las células cancerosas, respetando las sanas. También se describen propiedades en cuanto a la reducción de posibilidades de metástasis cuando se utilizan cannabinoides. Está claro, pues, que tienen propiedades antineoplásicas en modelos preclínicos. También se ha descubierto recientemente que el CBD en concreto inhibe la acción de una proteína llamada ID, la presencia de la cual determina mayor agresividad y posibilidades de metástasis tumorales. Esta proteína se presenta en varias formas, de las cuales el ID1 e ID3 son las inhibidas por el CBD.
¿Para qué tipos de cáncer podrían ser útiles los cannabinoides?
GLIOMAS / Estos tumores cerebrales suelen ser muy agresivos. En ocasiones se pueden extirpar quirúrgicamente, con lo que ello conlleva en cuanto a posibilidad de secuelas. Se emplean además radioterapia y quimioterapia, y en muchas ocasiones recidivan. Tanto el THC como el CBD se muestran en ratones efectivos, asociados a temozolomida, antineoplásico utilizado en este tipo de tumores, y potencian su efecto. Se pueden asociar sin que se hayan detectado efectos por interacción, en todo caso la constatada sinergia, que incrementa el efecto terapéutico.
PROSTATA / Algunos tipos de cáncer de próstata en ratones ven inhibido su crecimiento con tratamientos con CBD.
MAMA / El tratamiento con cannabinoides podría aumentar la eficacia de la radioterapia al incrementar la autofagia o muerte celular de las células cancerosas. También se reducirían los efectos secundarios. El tamoxifeno, un modulador de receptores estrogénicos que se utiliza para tratar un subtipo mayoritario de cáncer de mama, actúa en parte modulando los receptores cannabinoides CB1 y CB2, es decir, a través del sistema endocannabinoide. Los cannabinoides son ampliamente utilizados por las enfermas de cáncer de mama para tratar las náuseas y vómitos asociados a la quimioterapia, además de mejorar el estado general. Hay un estudio preclínico que indica que la forma acida del CBD, CBDA, es efectiva para inhibir la migración de las células cancerosas.
PANCREAS / Hay tipos de cáncer pancreático que responden en ratones al tratamiento con agonistas o activadores de receptores CB1 y CB2.
LEUCEMIAS / Responden en ratones algunos tipos al tratamiento con distintos cannabinoides como CBD, CBG y CBGV.
Otros tipos de cáncer en los que podrían ser útiles los cannabinoides incluyen los linfomas, colon, pulmón, piel y estómago.
Debemos tener presente que, desde el punto de vista medico, faltan estudios clínicos que nos indiquen qué cannabinoides son los indicados, a qué dosis se deben administrar, y qué ciclos de tratamiento se deben cumplir. Por lo tanto, todavía carecemos de los datos necesarios para utilizar los cannabinoides como agentes antitumorales con garantías.
Otra cuestión es que, de momento, los cannabinoides se utilizan conjuntamente con los quimioterapicos, y para paliar la sintomatología que acompaña al paciente oncológico. Respetamos de todas formas a los pacientes que eligen el tratamiento con cannabinoides como monoterapia, por supuesto. Es un derecho elegir el tratamiento que más adecuado le parezca a cada uno, después de haber sido correctamente informado de todas las alternativas terapéuticas en cada caso particular.
El cuadro tóxico resultante de la quimioterapia, provoca en la mayoría de casos unos efectos secundarios que requieren en algunos casos de medicación especifica. El paciente oncológico presenta habitualmente pérdida de peso acompañado de falta de apetito, así como alteraciones del sueño y del estado de ánimo, que suelen tender a hacerle ansioso-depresivo, y presenta dolor en mayor o menor grado. En este contexto, los cannabinoides ya son efectivos para tratar estos síntomas descritos, siendo necesario encontrar la combinación correcta y la dosis terapéutica exacta para cada paciente. Para tratar estos síntomas son validas las variedades con ratio aproximado 1/1 de CBD/THC, pero sin olvidar que el THC es importante para la mayoría de los síntomas. Probablemente el uso en este caso de un extracto rico en CBD sin THC no daría el mismo resultado, siendo más pobre el efecto sobre el apetito y los vómitos que acompañan a la quimioterapia en algunos pacientes.
Ya podemos en estos momentos por lo menos actuar de manera individualizada con dos cannabinoides, el THC y CBD. Esto sucede tras el interés por analizar los porcentajes de cannabinoides de las variedades de cannabis, lo que nos permite conocer la cantidad de principio activo que manejamos. Es imprescindible el análisis mediante cromatógrafo de la variedad a utilizar, para conocer la concentración de cannabinoides y poder dosificar y utilizar la variedad más adecuada para cada enfermedad. Las dosis se calculan primariamente con relación al peso del paciente. Otros cannabinoides también posiblemente interesantes desde el punto de vista oncológico, como el cannabigerol (CBG), la cannabigerovarina (CBGV) y la tetrahidrocannabivarina (THCV), presentan el problema de accesibilidad, ya que se encuentran en porcentajes muy bajos en la mayoría de variedades de cannabis, por lo menos que sepamos hasta ahora. El THCV suele encontrarse en porcentajes mas elevados en algunas variedades surafricanas y asiáticas Thai.
En resumen, los pacientes oncológicos se pueden beneficiar del tratamiento con cannabinoides para tratar los síntomas derivados de la quimioterapia y mejorar su calidad de vida.
Fuentes consultadas: SEIC / IACM / Health Canada / Granny Storm.