Es un botecito de aceite de 10 mililitros, viene furtivamente desde California, cuesta 160 euros, dura un mes, es un producto ilegal y tiene un sabor -lo probamos- que imaginamos parecido al que debe de tener una infusión de hierba de césped.
Pero en las dosis adecuadas y bajo supervisión médica, este tipo específico de cannabinoide llamado cannabidiol -cuentan los padres- hace que los niños impedidos anden mejor, que mantengan la atención los que tienen la mirada perdida, que permanezcan algo más tranquilos los que antes no paraban quietos y que comiencen a articular palabras los que antes parecían mudos […]
Articulo publicado en El Mundo.